Lucía,
una ama de casa, de 30 años, sintió el timbre de la puerta de su
casa. Fue a abrir y la vio. Era una joven de 22 años, rubia, de ojos azules, delgada y con una sonrisa preciosa. Traía un maletín en su mano derecha.
-Venda lo que venda no lo necesito - le dijo Lucía a la joven.
-Podría llevarse gratis lo que más le guste.
La palabra "gratis", siempre resulta atractiva, y Lucía, picó.
-Pase, haber que trae ahí.
Rosa, que así se llamaba la vendedora, entró en la casa y se sentó en un sillón de la sala de estar, Lucía, se sentó en otro, justo enfrente de ella. Las separaba una mesita.
Rosa, abrió el maletín y le enseñó a Lucía su contenido, Lucía, al verlo, se tapó la boca con una mano. Lo que había visto eran consoladores y vibradores.
-Si habla con sus amigas de mis productos y vienen a su casa a una reunión de tapper sex, usted se puede llevar...
-¿Para qué quiero yo una cosa de esas? ¡Son enormes!
Rosa cogió un vibrador pequeñito,
y le dijo:
-Este es pequeño y está diseñado para estimular el punto G. Tiene control remoto para que su pareja la haga disfrutar.
-¿El punto, qué? ¿Control, qué?
Rosa, cogió en el maletín un tubo de lubricante.
-Hay que ponerse esta crema en el sexo y después en el vibrador. Si se anima, yo uso el control remoto.
-¡¿Estás loca?! ¿Por quién me has tomado?
-Perdone. Una está tan acostumbrada. ¿Quiere que le haga una demostración? Usted usará el control remoto -se lo enseña.
-¿Eso es el control remoto?
Rosa, va al lado de Lucía.
-Estos números son las velocidades... Para calentar... para abusar... y para llevar a la explosión.
-¿Me estás diciendo que quieres que te lleve al orgasmo..?
-¿Me desnudo?
-¿¡Qué!?
-Así verá como se agita todo el cuerpo. Como...
-Me va a pesar toda la vida, pero... ¡Que diablos! Un día es un día.
Rosa, de pie, y sin dejar de mirar a Lucía, le hizo un striptis,
Lucía no era bisexual, pero lo que estaba viendo le gustaba. Rosa,
ya desnuda, se volvió a sentar en el sillón. Comenzó a darse la crema, y le dijo a Lucía:
-No hay que pasarse mucho o no se llega a meter el vibrador. A mi ya me tiene pasado...
Ya llevaba casi dos minutos dándose la crema y mirando a los ojos y a otras partes a Lucía. Estaba haciendo algo más que darse la crema, y Lucía, que ya comenzaba a sentirse extraña, con voz temblorosa, le dijo:
-Acaba, mujer, acaba.
Rosa, le dio crema al vibrador y se lo metió...
Lucía le dio al numero 1 del mando a distancia... al dos... Rosa,
se puso a gemir. Lucía, metió una mano bajo la falda. Estaba mojada, muy mojada.... Se acarició... Le dio al 3....
-¡!Me vengo!! - exclamó Rosa.
Lucía, al ver como Rosa se venia, se vino con ella.
FIN
José Enrique Oti García.
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